jueves, 7 de marzo de 2013

Hanami, buen tiempo para meditar


Hanami (花見), lit. "ver flores", es la tradición japonesa de observar la belleza de las flores, pero por lo general se asocia esta palabra al período en que florecen los cerezos y en el que los japoneses acuden en masa a parques y jardines a contemplar sus flores (sakura). De finales de marzo a principios de abril, los cerezos florecen por todo Japón, de sur a norte acorde a los distintos climas existentes en las diversas regiones. Los primeros cerezos del año florecen en las islas de Okinawa a principios de marzo (la región más meridional) y los últimos en la isla de Hokkaidō aproximadamente la última semana de abril (la región más septentrional).

Originariamente era un entretenimiento imperial, aristocrático. En la época de Edo se extendió a la clase Samurai y al pueblo llano. El Shogun Tokugawa Yoshimune ordenó plantar cerezos para promocionar hanami.

Observar las flores en quietud y silencio puede ser un espectáculo y una experiencia maravillosa. Escuchar el viento acariciar los pétalos, a las abejas revoloteando y libando su néctar, inhalar su perfume y su color hasta que penetre en todas nuestras células cargándonos de su energía vivificante...

Parece un buen motivo para sentarte bajo un árbol en flor o frente a un jardín, o pasear entre ellas, y dejarte llevar un momento por tanta belleza, dejarnos ser uno con Ella, y sentir como nuestras flores internas, nuestros Chakras, vibran en su misma frecuencia, en perfecta armonía. Ser flores.

Disfruta de las flores!
Estas pequeñas maravillas nos brindan delicias únicas y bondades indescriptibles.
Están ahí para el que las sepa observar.



- Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro.

- ¡Pues, vive como las flores!, advirtió el maestro.

- Y ¿cómo es vivir como las flores?, preguntó el discípulo.

- Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín.- 

Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.

Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse...
Ejercita entonces, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien.

Ésto, es vivir como las flores.




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