La práctica oriental de la meditación con mandalas se ha utilizado durante siglos como una herramienta eficaz para calmar el alma y despejar la mente del desorden. Este tipo de meditación es para el principiante y aquel que medita desde hace mucho tiempo por igual. Puede ser de particular utilidad para aquellos que tienen dificultades para permanecer sentados y estar en el momento, ya que concentrarse en un objeto ayuda a enfocar la energía en el interior del ser actual. Como en todas las prácticas de meditación, no hay manera correcta o incorrecta. Su práctica debería servir a tus necesidades particulares y preocuparte demasiado por las normas va en contra del propósito original de la suspensiónde la mente lógica. Los pasos que se indican a continuación son sólo una introducción a la práctica de la meditación mandala:
1-Cuelga tu mandala en la pared en un lugar bien iluminado donde cómodamente puedas hacer tu práctica de meditación. El centro de éste debería estar al nivel de los ojos y alrededor de dos pies alejado de ti cuando estás sentado frente a él. También puedes optar por colocarlo en un caballete, si a ti te gusta la opción de la movilidad, pero es posible que la creación de un espacio sagrado te ayude a ponerte en el marco deseado de la mente. En la tradición oriental, diversos objetos, ordenados de acuerdo a los principios del feng shui, se han utilizado en los espacios de meditación. Estos suelen incluir un balance de los elementos con las cualidades femeninas y masculinas, flores, incienso y velas. Incluye cualquier objeto que tenga un significado personal para ti o que sientas que te ayudará a relajar tu mente.
2-Siéntate en una posición cómoda. La postura del loto es ideal para la práctica de la meditación, ya que se cree que crea armonía en la mente y el cuerpo. Para ello, siéntate con las piernas cruzadas con la columna recta. Si estás haciendo esto correctamente, deberías sentir una línea imaginaria que corre directamente desde tu coxis hasta tu cabeza. Los hombros deberían estar relajados, pero no redondeados o encorvados. Relaja las manos sobre lasrodillas, con la palma hacia arriba. Una almohada o una manta doblada puede ser utilizada para sentarte, si lo deseas. Si la posición de loto es dolorosa, no te obligues a ella. Como alternativa, puedes sentarte en el borde de una silla, con la espalda recta. Usa cualquier postura que sea cómoda, siempre y cuando mantegas una buena postura. Si tienes dificultad para mantener la columna recta, trata de sentarte con la espalda contra una pared.
3-Cierra los ojos. Respira por la nariz, dejando que el aire fluya de forma natural desde el diafragma, llenando los pulmones y esparciéndose en la cabeza antes de soltarlo por la boca. Toma respiraciones profundas y parejas sintiendo la desaceleración de los ritmos de tu cuerpo mientras lo haces. Siente tu cuerpo relajándose y deja que la tensión desaparezca. A medida que los pensamientos surgen, o te das cuenta de las distracciones físicas, simplemente reconócelos y luego déjalos ir. No trates de forzar a los pensamientos de tu cabeza o los sentimientos de tu cuerpo. Acéptalos como parte de la experiencia. Visualiza el mandala y enfoca tu energía en tu corazón hasta que puedas sentir la energía que fluye entre el corazón y el centro del mandala. Mantén la respiración y permanece quieto y centrado hasta que estés listo para abrir tus ojos.
4-Contempla tu mandala con los ojos ligeramente fuera de foco. Sigue respirando profunda y uniformemente, permitiendo que el oxígeno fluya y las toxinas se eliminen. Mira profundamente el centro del mandala, tratando de parpadear lo menos posible. No te centres en los detalles del mandala, sino sólo en mantener tu vista en el centro y observa la imagen en su conjunto. A continuación, permítete notar los diversos elementos del mandala. Es posible que te atraigan ciertas imágenes, patrones y colores. Deja que tus pensamientos vayan y vengan mientras las contemplas.
5-Enfoca tus ojos y comienza a explorar visualmente el mandala, comenzando por las partes exteriores y moviéndote hacia adentro, hacia el centro. Hazlo poco a poco, tomando todo lo posible antes de seguir adelante. El mandala tiene el poder de la unidad, la curación, el equilibrio y la plenitud. El centro es donde está el quid de este poder. Utiliza cualquier concepto que te hable mientras te concentras intensamente en el centro. Una vez más, explora el flujo de energía entre el corazón y el centro del mandala. Cierra los ojos y siente la armonía interior. Permítete sentir lo que el mandala te está enviando. Abre los ojos cuando te sientas preparado. Repite tu viaje a través del mandala, una vez más, si lo deseas.
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