La sangre se transforma en aliento, el yin en yang, y una grasa blanca inunda todo el cuerpo. La transformación del rojo en blanco -de las menstruaciones en secreciones lácteas- se produce bajo el efecto del fuego interior. Los distintos procedimientos psicofisiológicos que se ponen en práctica, hacen que el aliento se caliente en el interior del abdomen. Este aliento caliente se pone a girar en la rueda del ombligo, toda esa zona se pone ardiente y "el rojo se transforma en blanco".
Hay un texto de alquimia femenina que justifica la utilidad de estos masajes en los siguientes términos: "El fundamento energético de la mujer es la sangre. La naturaleza femenina tiende al yin y al yin le gusta el frescor por naturaleza. Si no se emplean los masajes para facilitar el mecanismo del aliento vital y para que éste circule de forma tenue y sutil, la mujer tenderá a hundirse en el yin puro. El yin es un suave frescor y tiene tendencia a transformarse en hielo. Por tanto, sin el movimiento circular de los masajes, se pueden declarar enfermedades como la formación de serosidades o coágulos de sangre".
El autor está retomando un concepto clásico de la medicina china, según el cual existe una predisposición en la naturaleza femenina a estancar tanto el aliento como la sangre. No obstante, lo más necesario es la calma y la tranquilidad. La calma es lo que engendra el frescor que produce un aumento de las secreciones sanguíneas".
Taoismo y alquimia femenina, Catherine Despeux. Editorial la Liebre de Marzo.
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