No hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho.
Sólo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo
nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido.
Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas
que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas
y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.
El que piensa como marxista, no piensa;
el que piensa como budista, no piensa;
el que piensa como musulmán, no piensa... y
el que piensa como católico, tampoco piensa.
Ellos son pensados por su ideología. Tú eres un esclavo
en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu
ideología. Vives dormido y pensado por una idea.
El profeta no se deja llevar por ninguna ideología, y por
ello es tan mal recibido. El profeta es el pionero, que se
atreve a elevarse por encima de los esquemas, abriendo
camino.
La Buena Nueva fue rechazada porque no querían la
liberación personal, sino un caudillo que los guiase.
Tememos el riesgo de volar por nosotros mismos.
Tenemos miedo a la libertad, a la soledad, y preferimos
ser esclavos de unos esquemas.
Nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas
cadenas, y luego nos quejamos de no ser libres.
¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente
de tus cadenas...?
Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos.
Los maridos a sus mujeres, a sus negocios.
Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento
y justificación es el amor. ¿Qué amor...?
La realidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero
con un amor adulterado y raquítico que sólo abarca el yo,
el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros
mismos en libertad.
Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás, aunque
sean nuestros esposos o nuestros hijos?
Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo
y preferimos dormir para no descubrir la libertad
que supone lo nuevo...
(Anthony de Mello)
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